En el partido de 9ª División jugado el viernes último entre las categorías B de Barrio Parque y Talleres se produjo un hecho que es un verdadero ejemplo de la importancia que el deporte amateur tiene en la formación de la conducta de las personas.

En una acción de juego, uno de los jugadores queda golpeado y el partido se detiene para que fuera atendido. Recuperado el jugador, el árbitro hace continuar el juego con un bote a tierra, acción en la que el jugador de Barrio Parque le pega con fuerza al balón convirtiendo un tanto para su equipo. El manager del club verde le pide al árbitro que lo anule, a lo cual el colegiado responde que no puede porque el gol es totalmente reglamentario. Ante esta situación, el responsable del equipo de Barrio Parque ordenó a sus jugadores que no se movieran luego de que Talleres reanudará el juego. Así se hizo y los albiazules convirtieron.

Al final Talleres ganó 2 a 1, pero lo importante es que quedó muy claro que el resultado no es lo más importante.

Como devolución de gentilezas, Talleres, al retirarse del predio, dejó el vestuario en perfectas condiciones de limpieza.

Por ahí es la cosa.